Dominando el Tablero: Pensamiento Estratégico del Ajedrez y los Negocios

El pensamiento estratégico es una habilidad cognitiva que implica la capacidad de analizar situaciones complejas, identificar objetivos a largo plazos y desarrollar planes de acciones efectivos para alcanzar esos objetivos. Se trata de pensar de manera holística y a largo plazo, considerando múltiples variables, posibles escenarios y consecuencias antes de tomar decisiones.

En el contexto empresarial, el pensamiento estratégico se refiere a la capacidad de los líderes y gerentes para formular y ejecutar estrategias que impulsen el éxito a largo plazo de la organización. Esto implica comprender el entorno competitivo, identificar oportunidades y amenazas, evaluar recursos y capacidades internas, y diseñar planes de acción coherentes con los objetivos y valores de la empresa.

El pensamiento estratégico no se limita únicamente al ámbito empresarial, sino que también se aplica en diversos campos, como la política, la planificación urbana, la educación y el desarrollo personal. En cada uno de estos contextos, implica una combinación de análisis, creatividad, visión a largo plazo y capacidad para adaptarse a cambios en el entorno.

Algunas características clave del pensamiento estratégico incluyen:

  1. Análisis de la situación: Evaluar de manera objetiva el entorno, identificando fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas.
  2. Visión a largo plazo: Enfocarse en objetivos a largo plazo y desarrollar planes de acción coherentes con esa visión.
  3. Flexibilidad: Ser capaz de adaptarse a cambios en el entorno y ajustar estrategias según sea necesario.
  4. Creatividad: Generar nuevas ideas y enfoques para abordar problemas y aprovechar oportunidades.
  5. Coherencia: Asegurar que las acciones y decisiones estén alineadas con los objetivos estratégicos de la organización.

De acuerdo con el enunciado, abordaremos el pensamiento estratégico utilizando el ejemplo del ajedrecista, una analogía comúnmente empleada en las cátedras de administración de recursos humanos y planificación, aunque rara vez acompañada de un caso práctico que ilustre su aplicación concreta.

El ajedrez, un juego de estrategia donde el objetivo es derrotar al rey oponente, carece de manuales definitivos para ganar partidas incluso contra maestros o aficionados con alto ELO. No obstante, existen métodos para practicar jugadas específicas diseñadas por jugadores avanzados para superar a principiantes o que, con ciertas variaciones, pueden servir como referencia para jugadores de nivel medio o avanzado.

El ejemplo del ajedrez se integra adecuadamente en el pensamiento estratégico, ya que los estrategas (jugadores) desarrollan un esquema que aborda las preguntas fundamentales de ¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Por qué? y ¿Para qué?, considerando las posibles respuestas y generando alternativas para adaptarse a un futuro incierto fuera del tablero.

Los ajedrecistas suelen recurrir a estrategias tradicionales para la apertura del juego, aprovechando modelos establecidos que les permiten posicionar sus piezas de manera efectiva. Sin embargo, es durante el desarrollo del juego que la planificación estratégica se sumerge en un pensamiento estratégico que conduce al éxito.

En el pensamiento estratégico se integran elementos como la paciencia, que se relaciona con la sincronización de la acción en el tiempo; el sacrificio, entendido como la asunción de riesgos calculados; la previsión, que implica una respuesta inmediata ante situaciones previamente concebidas; y la alternativa, como recurso estratégico ante situaciones imprevistas. Por ejemplo, la entrega de una pieza valiosa como la Dama puede ser interpretada como un error, pero en realidad puede ser una táctica para distraer al oponente y desarticular su estrategia, un concepto coloquialmente conocido como » un caramelo envenenado».

Esta herramienta ofrece una amplia gama de oportunidades que a menudo pasan desapercibidas, ya que el estratega considera todas las variables, aprovechando el conocimiento del pasado, evaluando el presente y generando múltiples futuros posibles.

Sin embargo, no todas las organizaciones están dispuestas a adoptar el pensamiento estratégico, muchas se aferran a enfoques tradicionales y relegan su importancia frente a la planificación estratégica. Es fundamental reconocer que el pensamiento estratégico y la planificación estratégica deben complementarse mutuamente para evitar la dicotomía entre el dogma y el pragmatismo, y entre el materialismo y el idealismo.

En el contexto actual, la guerra comercial entre Estados Unidos y China ejemplifica el uso del pensamiento estratégico a nivel gerencial. El embargo estadounidense contra Huawei, una de las principales empresas de telecomunicaciones a nivel mundial, ha tenido repercusiones geopolíticas y macroeconómicas significativas, demostrando la importancia de considerar las implicaciones estratégicas de las decisiones comerciales.

En conclusión, el pensamiento estratégico es fundamental en diversos ámbitos, y su aplicación efectiva requiere un enfoque holístico que considere múltiples variables y escenarios posibles. Al adoptar el pensamiento estratégico, las organizaciones pueden mejorar su capacidad para adaptarse a un entorno cambiante y alcanzar sus objetivos a largo plazo de manera más eficaz.

Articulo redactado por Lionel Escalona